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El nacimiento de Teo.

El que llega al final tiene premio! :)

Fue hermoso, maravilloso, lleno de armonía, por donde se viera. Lleno de LUZ. Fue genial. Todo como lo soñamos. EN AMOR.
El 29/09/05 a las 5:30hs de la madrugada, sentí ganas de hacer pis, fui al baño y sentí como caía rápidamente el tapón mucoso. Sabíamos que esto puede suceder días antes del parto, con lo cual no me preocupé y volví a dormir; intenté contarle a Diego, pero estaba muy dormido, ya que era el único día que dormía, después de 15 días de no dormir bien por la tos; así que seguí durmiendo hasta las 6 de la mañana aprox. que Diego se despertó, le conté y seguimos durmiendo tranquilos.
A las 7hs. más o menos, sentí ganas de ir de cuerpo (pensé que se repetía lo del día anterior que había ido al baño varias veces, cosa poco común en mí). En el baño, nada. Volví a la cama. A las 7:12hs aprox. sentí la misma sensación, fui al baño y nada. Entonces le dije a Die que si eso eran contracciones, por las dudas anotáramos la frecuencia y duración. Así lo hicimos y se repitieron hasta las 8:00hs, eran cada 13 minutos. Era como una molestia en la cintura, empezaba, molestaba y terminaba.
Ya era molesto estar en la cama, así que decidimos levantarnos. Diego dijo que seguro este sería el día del parto, que nos teníamos que quedar tranquilos que igualmente sería de libra.
Fuimos al balcón y el poderoso sol estaba en lo alto, sobre el río, hermoso como una bola de fuego que iluminaba todo, entonces nos conectamos con Reiki; hicimos una oración encomendándonos a todos los seres de luz blanca que quisieran acompañarnos.
Luego, tipo 8:20hs llamamos a Joselyn (la partera del equipo de GESTAR), mientras le contaba como íbamos, apareció otra contracción, quise disimular para seguir contándole, pero ella se dio cuenta y me dijo:”Estás en una contracción, esperá y después seguimos hablando”, le pasé con Diego y ella preguntó qué queríamos que hiciera, si venía o esperaba. Diego le dijo que ella se fijara y decidiera. Entonces decidió volver a llamar a las 9 de la mañana y si seguíamos avanzando salía para acá y llegaba a las 10:00hs aprox.
A todo esto, la casa era un desastre de desorden y suciedad!!! Nosotros que habíamos pensado el nacimiento del bebé como una ceremonia no podíamos permitir recibirlo en ese caos. A la señora que nos ayuda con la limpieza justo le tocaba venir ese día a las 10hs, como vive en nuestro edificio, la llamamos para que viniera a las 9hs.
Mientras venía, nos juntábamos para las contracciones, Die me hacía masajes en la cintura, estaba conmigo, anotaba hora y duración y nos separábamos para ordenar. Empezamos a ordenar toda la casa; guardamos ropa en placard; abrimos el cerramiento del balcón para que se secaran las toallas para el nacimiento que aún estaban húmedas, Yo comía un poquito de ensalada de fruta; Diego desayunó a las corridas una tostada con café; puso a cargar las pilas de la cámara de fotos, planchaba una remera blanca que quería ponerse para el evento; prendíamos las velitas; poníamos el hornito con esencia de fresias; llamaba a Diana (nuestra maestra de Reiki) para avisarle que había comenzado el trabajo de parto (así habíamos quedado, para que ella y los compañeros estuvieran conectados); Die llamó al trabajo para avisar que no iba, etc., etc., etc.
Las contracciones ya eran cada 4 min. Eran las 9 hs, llego la señora para limpiar y
yo me metí en la ducha. El agua iba a relajarme un poco y además me quería bañar y depilar las axilas!!! para la ceremonia (de no creer!!!). Diego mientras seguía ordenando y preparando todo hasta la filmadora (que Oh! casualidad habíamos conseguido el día anterior). En ese tiempo llamó Cristina (la obstetra del equipo), habló con Diego y conmigo y enseguida se dio cuenta que el trabajo de parto ya estaba avanzado con lo cual decidió venir YA!!!. Las contracciones en la ducha eran incómodas, no encontraba posición para descansar, quería que alguien me acompañara, lo llamaba a Diego a cada rato y aparte sentía que la estadía en el baño me estaba sofocando, Cristina me sugirió por tel. que saliera así no me bajaba la presión. Así lo hice, fui al cuarto.
Diego llamaba a Hugo (el neonatólogo y pediatra del equipo) y le indicaba que camino seguir para llegar, yo entre contracciones le decía: “Que se fije en la Filcar, vos veni conmigo”. Estas contracciones ya eran más fuertes, dolían, no encontraba posición cómoda; ya habíamos perdido la cuenta, pero eran muy seguidas, cada 2 minutos creemos.
Cristina seguía llamando por tel. cada tanto para ver cómo íbamos. Como si adivinara, cada vez que preguntaba algo, comenzaba a pasarme: preguntaba “¿son más fuertes las contracciones?, ¿duelen y son más seguidas?, ¿le dan ganas de pujar?, etc. Dio la indicación que no pujara sino que soplara como si fuera una vela (después nos explicó que si yo hacía fuerza sin dilatación completa, podía producir un desgarro). Eso comencé a hacer. A eso de las 10hs, sentía que me mojaba, había roto bolsa. Diego seguía hablando con todo el equipo que estaba en camino.
Le dijimos a la señora que se fuera porque ya venía el bebé. Ella avisó a su esposo el encargado que estuviera atento a la puerta así le abría a los doctores y Diego no me dejaba sola (vivimos en un piso 11). Fui al living, habíamos preparado unos almohadones cerca del pilar de luz que tenemos instalado donde queríamos que naciera. Me senté allí, Diego comenzó a filmar.
Tipo 10:15 aprox. Llegó Cristina. Enseguida se sacó las botas, se puso unas pantuflitas y los guantes, le pidió a Diego que acercara todo lo necesario para el bebé: gasas, toallas, etc. Y que pusiera la cámara a filmar sola porque ya venía. Según le dijo a Diego después, ya estaba con dilatación completa.
Sentía que tenía que pujar, es decir hacer alguna fuerza por algún lado, pero no tenia claro como hacerlo y hacia donde enfocar. Sentía que venia de pronto una energía placentera que llenaba todo el cuerpo físico y los de más cuerpos también…era incontrolable…tenia ganas de seguir allí en ese estado, por más y más tiempo. Como no sabía que hacer con esa fuerza que venía; intentaba soplar (que era lo que me había indicado Cristina para momentos anteriores), eso me molestaba un poco, ya que hacía fuerza con la garganta, no aflojaba ni dejaba fluir la energía, pero era lo que me salía.
Cristina me sugirió que practicáramos el ejercicio de “traspaso del dolor” que habíamos aprendido en el curso, lo cual alivió cualquier molestia presente.
Al ratito llegó Joselyn, renegando con el tránsito pesado.
Ya estaba todo listo, Hugo aún no había llegado. Cristina dice entonces “va a nacer cuando llegue Hugo”; al instante toca timbre él. Otra vez acertó la “Chamana” como le dije ese día. Ya estaban todos. Cada uno ocupándose de lo suyo, trabajando en pos de hacer de este nacimiento toda una ceremonia.
Yo ya no sentía dolor, pero seguía sintiendo esa sensación de “no sé qué” que me daban ganas de hacer algo que “no sabia qué”. Cada tanto venía otra contracción y repetía la fuerza en la garganta, de vez en cuando me salía aflojar la voz. Entre tanto
cantábamos el OM todos los presentes. Estaba en un estado de “embriaguez” indescriptible, hablaba como si tuviera el efecto de haber tomado mucho whisky, me costaba enfocar la visión y si me daban a elegir prefería cerrar los ojos y permanecer así por horas. Es el efecto de las endorfinas y demás hormonas que preparan al cuerpo para la gran catarsis, el gran momento, la transformación, la evolución…
En un momento sentí tenía que tomar la decisión de que Teo ya viniera. Era algo interno, tenia que tomarme el tiempo para hacerlo. Entonces cerré los ojos, me conecté con él tuvimos una charla intima, y le pregunté si ya estaba listo. Sentí que dijo que sí. Yo acepté y le dije que también estaba preparada para parir. Seguía en ese estado inexplicable, de estar en otro mundo, en otra dimensión. Como si una energia atravesara todos mis cuerpos y a su vez los envolviera.Un estado del que no se quiere salir, muy placentero, que inunda los cuerpos y el alma de energía vital y sanadora; pero era momento de abandonarlo para acompañar a Teo en su llegada a este mundo.
Cristina me sugirió que me pusiera de cuclillas, ya que eso favorecería que pudiera hacer fuerza “hacia abajo”. Esa posición me había dado miedo todo el embarazo, sentía que tal vez no aguantaría lo suficiente. Que no tendría la fuerza necesaria. Lo manifesté. Y Cris dijo “pero ya lo tenés, ya esta acá”. Entonces me incorporé, me puse en cuclillas, hice un pujo y sentí que ya venía, grité: “Casi, casi!!!”.
Cristina me recordó que no me olvidara de disfrutar el momento, que me relajara, dijo:” Miralo nacer”. Pujé otra vez y le dije a Diego: “Diegui, Diegui, ahí sale, agarralo, agarralo”. Diego puso sus manos para recibirlo. Música de delfines sonaba de fondo. Nació SUAVEMENTE, fue la descripción de Hugo. Sucedió unos minutos antes de las 11:30 hs. Hermoso, su piel parecía gris, como la de un delfincito. Enseguida abrió sus ojitos. Le molestaba un poco la luz, así que hacía gestos con su carita. Lo colocaron sobre mí. Estaba tan tranquilo y en paz. Era la pureza y la armonía en presencia; Estaba en silencio total. Lo abrigamos con toallas blancas para que no tuviera frío.
A los minutos Cristina sugirió que lo subiéramos hasta mi pecho. Y ahí se hizo escuchar por haberlo molestado. Lloró fuerte. La Dra. Se dio cuenta que su cordón era corto por eso se había quejado. Entonces esperamos a que dejara de latir y Diego pudiera cortarlo. Al hacerlo cuidé muy bien que no le cortara nada más que el cordón!!!
Y allí entonces lo acercamos a mi pecho para que comenzara tal vez a mamar. Suavemente abría su boquita, no succionaba, pero estaba tranquilo.
Cristina dijo que me preparara porque saldría la placenta, sentí un tironcito, puse cara de “sensación rara” y se produjo el alumbramiento, tan simple que ni me di cuenta. Mientras, Hugo vestía a Teo. Al rato fuimos a descansar al cuarto. Mientras ellos desayunaban, Teo y yo practicábamos el momento de amamantar, ensayamos un rato hasta que se prendió!!! Que alegría!!!. Aprox. 13:30hs nos quedamos lo tres solos. La nueva familia estaba en marcha…Que transformación, evolución, cambio. Diego y yo pasamos todo el día sin poder creer lo que sucedía. Mirábamos a Teo obnubilados y admirados. Era maravilloso.

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