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Gestar en Salud
Con este video le damos la bienvenida al nuevo local
donde se gestaran nuestros encuentros!
Sonido espiritual: Borges 2071 (y Guatemala)

Podes ver un resumen de lo las últimas clases e intensivos AQUÍ
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Bienvenida Juana: Relato de su llegada por Matías, su papa.

Infinito(s) Particular(es)

Juanita habita entre nosotros desde el domingo 08 de mayo a las 4.20 de la madrugada. Nació en casa, en un parto tan maravilloso y desbordante de energía como su mamá, mi mujer y compañera, mi primer Infinito Particular. Juana es hija de hijos: somos herederos de parte de una generación que creyó que había que transformar el mundo y la volvieron flores ancladas en el mar. Quizás ese sea uno de los motivos por los que Nana y yo sentimos la necesidad de reparar. No como mandato, sino como una opción de libertad: se nos dio el privilegio de elegir. Y elegimos, cada uno a su manera, reconstruir, reanimar, recuperar lo que había sido simbólica, económica, cultural o socialmente desbastado. Tenemos esa vocación común. Hacia adentro o hacia afuera, los dos elegimos reparar. El campito, las casas, la vida de los que fueron arrojados a una prisión o maltratados por el desempleo. Juana llega a nuestra vida en ese clima: con Nana atravesando muros, conmigo trabajando en Cardales o en casa con Elvio. La constituyeron historias, que no la descifran ni la determinan: será creación y siempre esconderá algo. Como Nana, que no deja de asombrarme nunca. Cuando creo que puedo, y puedo, imaginar el parto, me sorprende antes. Cuando creo que puedo explicarla, descomponerla, me muestra una cara más, de sus miles. Un pliegue. Un brillo. Siempre una potencia. Nana es esencialmente acto. Fuerza. Pero, como para el parto, para una muestra de Afro o un carnaval en el penal en el que casi sólo ella cree, Nana explora esa potencia, que la atraviesa, pero no la encuentra desprevenida. Nana busca, prepara. Nana intuye. Nana piensa. Nana proyecta y trabaja. Como mula de la cordillera o como búfalo endemoniado: a paso lento y eligiendo las piedras que se harán camino o transpirando la nariz -como Juana-, mientras corre de un lado a otro. Nana se piensa y me confía. Me escucha. Me sabe entendedor y se abandona a mí. Sólo a mí, pese a mi tenue insistencia. Es que nunca exagero: a nadie le gusta renunciar a los privilegios, sentirse único, elegido sobre todos. Me reconoce en lo que digo y entiende mis inflexiones. Me sabe los tonos y las vueltas: aprendió a ser paciente con metáforas y recodos, palabras a borbotones, latigazos verbales, ironías. Me festeja y me comprende como nadie. Nana me deslumbra cuando mientras Miriam, para volver paz nuestros miedos y ansiedades, se conecta (porque Miriam no tacta, conecta) con ella y le pregunta cómo tiene que manejar su interior corporal más profundo. ¿Cuándo aprendió eso esa (mi) mujer? ¿Cómo se conoce tanto? No es la primera vez: siempre hay un cuenco más, un nuevo tesoro. Como en el consultorio, cuando Cris le ofreció aprender a tactarse y Nana ensayó un tímido, pero contundente -porque Nana es firme, a veces hosca, a veces dulce, pero siempre firme en su timidez-, "creo que ya sé". Sabía, no haría falta aclararlo. Nana espera de mí lo que reconoce: una oración que queda linda, una frase justa que ayuda a alguna amiga, una ironía que dibuja formas raras en el aire, como el veneno de las serpientes. Las dos primeras, legado genético. No creo que descubra talentos preexistentes en mí, que trato de no escamoteárselos. Le gustan los que conoce y cuando los extraña los reclama, los hociquea como Juana la teta. Los topa. Los sacude. Los ruega (la tesis inconclusa...). Lo nuevo puede imaginarlo, lo intuye y confía: cree que seré buen padre, aunque no me viera "hacer de" nunca. En cambio, para mí siempre habrá algo nuevo en ella, pero que ya existía. Una disponibilidad anterior. Un tesoro que no esconde, pero que ofrece lentamente. Nana se renueva, pero no cambia. Se desdobla. Se parte. Una y otra vez. Guarda las partículas que deja caer de a gotas, como la lluvia cuando llega o se va. Porque Nana no es oleada, no es exuberancia: es disimulo. No es centro. Ni mar. Es arroyo patagónico corriendo, decidido. No hay transparencias a la vista en Nana, que me reserva su fondo, su lecho. Que discurre, que pasa desapercibida. La belleza de Nana no es pomposa, sino sutil. Prescinde de las luces. Por eso su primer encuentro con los Blanco fue con ese otro “viejo río que va, cruzando el amanecer”. Papá, Cosechero si los hay, que trabajó la manera de relacionarse con esa Nana antipática de los primeros días juntos. Viejo pescador del cual aprendí a amar (nunca a nadie vi amar y percibir a una mujer como a él), a manejar (“acomodate y arrancá”), a saber lo que implica ser responsable de la vida de otros. Papá no enseña: se ofrece para aprender de él. Río y Lago, Lago y Río… Nana es con otros. Estar sola para ella es siempre un aprendizaje. Yo disfruto el desierto: Nana lo sufre. Juana le enseño a esperar en soledad. Acompañada ya sabía. Pero Juana la desafió. Y Nana comprendió y esperó. Y las fechas se acercan y Nana está desnuda sobre la cama, con caléndula en la panza, preparando las tetas, los ojos cerrados, las manos intuyendo a Juana. Nana, la piel de Nana, y después, Juana. Nana espera sobre la cama o abandonada al sillón. Faltan días que se hacen semanas. Y Juana le enseña a Nana a esperar. Y Nana comprende y obedece. Y se vuelve exploración y búsqueda. Tacto. Nana se ensimisma, se vuelca a su interior. Nana es el cuello de su útero. Nana se prepara. Nana escribe y guarda en la mesita de luz. No me muestra y yo no espío. Espera y sueña. Y se fastidia. Nana imagina y desea: desea el dolor que anuncia la vida. Miriam, que también es río, lo promete. Y el dolor llegará, como la lluvia que necesita la tierra para volverse fértil: lenta y constante, gota a gota, hasta rebalsar. Mientras vemos televisión las contracciones se regularizan. Termina un sábado inaugurado con un monitoreo horrible que me llena de miedos que no tenía. En el domingo naciente, Juana se vuelve minutos: Diez, Cinco, Tres, Dos. Del agua-arroyo brota el agua que envolvió a Juana. Timbre, Miriam. Timbre, Cris. Timbre, Sergio. No necesitamos nada más. Nana desnuda en la bañadera. Con Cris preparamos el cuarto donde nacerá Juana. Luces, texturas, la pileta. Nana se vuelca más hacia adentro, para poder abrirse y dar. Nana se concentra, se prepara, para dejar fluir, para el tránsito. Cris acepta los caminos de Nana: cada pareja puede reconocer en Cristina una capacidad particular. Para brindar herramientas de lo más variadas. O para aceptar mansamente que las herramientas las disponga quien está por parir. Cris no impone, propone. En ello radica una de sus mayores virtudes: Cristina dinamita esa voluntad de saber-poder sobre la que nos alertó Foucault. Cristina sabe, puede, conoce. Pero no quiere transmitir, sino propiciar un descubrimiento: quiere que el otro encuentre lo que ya tiene adentro, que ponga en escena la sapiencia del cuerpo y del que viene, en ese momento mágico donde se junta el acervo y lo nuevo, donde todo se vuelve Entre. Cristina desanda el lugar de guía para volverse compañera. Cristina y Miriam comadran. Y Cristina acepta los no, que Miriam capta con la suavidad que caracteriza cada cosa que toca, cada gesto, cada atención. Nana despliega la sabiduría aprehendida de las maestras y amigas que le regaló la danza. Nuestras Negra y Eva flotan, partes del aire, entre nosotros. Y Nana baila. Recostada en la bañadera, Nana baila. Y vomita el cóctel de remedios homeopáticos que acompaña el trabajo de parto. Tiene dilatación completa y Miriam es sol. Me voy, me escondo en el lavadero que está oscuro y más frío que el resto de la casa. Llamo a nuestra amada Cecilia. Y en el contestador, con nudo en la garganta, le pido que aliñe los Orixás, le cuento que Nana está por dejar nacer a Juana y le pido que esté, como siempre y una vez más, con nosotros. Vuelvo al baño y Nana está preparándose para ir a la pileta. Ya en el agua de nuevo viene la que será la ante última contracción. Tras 2 horas de trabajo de parto, Juana está más cerca que nunca. Duele. "Hay dolor, Matiolis" podría decir Nana. Pero susurra: "Cris no puedo más, me duele mucho" La guíamos y Nana palpa. Nana se bordea y se des-pliega para que Juana surja. Su cabeza asoma entre Nana. "Mi amor, tocala, la veo, Juanita está acá" Cris me propone meterme en el agua y Nana dice que me quiere afuera. Cris acepta y se vuelve más grande, porque en cada renuncia afirma las elecciones de Nana que configuran el camino de su parto. Cris respeta el parto de Nana, para que pueda parir en su libertad. Nana me ahoga, se aferra a mí, me quiere contra su cara, su cuello, sus hombros. Miriam tenía razón: se pare como se hace el amor. Agrego: también se pare como se sufre. La disposición de nuestros cuerpos (el de Nana y el mío) cuando sufrimos también aparece en el parto, que es dolor inmenso e inconmensurable, pero no angustia. Mucho antes, cuando la angustia dolió y se volvió temblor, prefiguró el dolor del parto. Vuelco agua tibia en el reverso del agua. Nana puja, una vez más, la última, la definitiva mientras su nuevo alarido invade los rincones. Grita porque suelta, grita porque entrega, grita porque despide para recibir. Nana grita porque baila. La vida se apaga en silencio pero se anuncia a los gritos. Juana es un pececito en el agua, mecido por las manos de Cris. Juana late y llora con nosotros y Sergio la observa sobre el pecho de Nana. Nos maravillamos por primera vez de su belleza, de su completitud, de los pulmones que se llenan con el olor único del parto. Guarden ese olor. Que no los abandone nunca, porque es el olor de la vida. Incomparable. Mágico. A Juana la nutre nuestra historia. Nada se crea en la nada ni de la nada, como decía el viejo cabrón Castoriadis. Se crea a-partir-de, se crea En. A Juana la cobijan las manos hinchadas de nuestra abuela Blanca en aquella despedida (que me regaló en ese “Matías, volviste, vinieron a verme” un tono, que nunca voy a olvidar y es el tono que imito cada vez que tengo a mi hijita a upa) y los brazos flaquitos de nuestra abuela Marta de hoy. A Juana la mece Néstor que entendió que era momento de reparar. La inmensa dignidad de María doblada sobre una pileta lavando pañales de tela con cultivada paciencia santiagueña. La mecen las miles de imágenes, texturas, memorias, textos, lecturas, tramas, que nos invaden cada segundo que respira sobre nuestro pecho, en nuestras manos. Los consejos, entusiasmo y generosidad de los hermanos, incluidos los más chicos que ya son padres y ahora nos enseñan a nosotros. Las palabras del abuelo Cosme que recitará de memoria las poesías que acompañaron a Nana y todas las que aprendió desde entonces, las manos de la abuela Ana que respetó siempre los misterios de la Nana que guardaba cosas bajo su cama y en su corazón. A Juana la acuna esa abuela que es clara presencia, el recuerdo de su mirada trasparente y la palabra precisa, que la sigue desde algún lado con los más lindos ojos del mundo. Y nos abraza en cada nuevo aprendizaje. Nana, con libertad plena, le ofrendó un hijo parido en casa, porque no se repara solamente lo desbastado, también lo deseado que no fue. A Juana la mecen las historias y los sueños que Nana guardará para regalarle(me) de a uno y volver a sorprenderla(me). No le deseamos profesión, gustos, pasiones ni elegiremos por ella. Simplemente pondremos todo lo que tenemos para que Juana se sienta amada profundamente, sienta que puede descansar y confiar en nosotros, que la respetaremos plenamente, que trataremos de descifrar qué nos demanda, qué espera, qué podemos, en qué vamos a flaquear y dónde la vamos a pifiar.

Gracias al Equipo de Gestar. Gracias a Sergio, Gracias a Bettina y a Mario que nos acompañaron y acompañan en el viaje más intenso de nuestra vida en común.

Nana, Juana & Matías. Mayo de 2011.

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Parto Lira

Querida familia gestar, les adjunto el link del video de un parto hermoso: el nacimiento de Lira. Para aquellos que no lo han visto, este es un pequeño resumen, para los que ya lo vieron no hace mal recordar esta maravillosa bienvenida.


Ahora Lira tiene 10 meses: esta es una foto reciente con su madre María Eugenia.

Sofía Quirós-Audiovisual
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Talleres semanales Gestar: Aires de cambios!

¡¡Llegó Mayo cargado de novedades!!
Además de conocer a los nuevos gestarcitos nacidos en las últimas semanas, este mes, vamos a conocer el nuevo espacio de los talleres semanales: CAMBIO DE DIA Y CAMBIO DE LUGAR
A partir del lunes 9 de mayo, los encuentros serán en el Centro Holístico:
“SONIDO ESPIRITUAL” - En Borges 2071 (y Guatemala)

Las novedades no son solo para las parejas gestantes, hay buenas noticias para las mamas "recién nacidas", también: Arranca el Grupo abierto de Puerperio Gestar, conducido por la psicóloga de cabecera de Gestar, Betina Hay-Daher y por nuestra querida partera Miriam Peralta, quien a través de la Bioenergética nos ayudará a re-habitar nuestro cuerpo de mujer y madre.

Las esperamos este lunes 9 de mayo a las 18hs (horario especial - luego será todos los lunes a las 19hs.) en Borges 2071 (y Guatemala) - Palermo.
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