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La magia de nacer: partos para ser contados.

Un 11 de marzo, nació mi hija con 3,200 kg. de peso.
Yo estaba acostada, anestesiada la mitad inferior de mi cuerpo. Las piernas atadas y colgadas de dos fríos barrotes.
En el brazo me habían colocado un goteo para activar mis débiles contracciones, debido a que el miedo había paralizado el trabajo de parto.
Me sentía impotente. No sabía si mi pujo era efectivo, no controlaba mi cuerpo insensible e ignoraba que estaba ocurriendo conmigo. El fantasma del forceps y el terror por el sufrimiento fetal inundaban mi ánimo. El obstetra manisfestó que sería necesario su uso. La partera comprendió mi angustia y me alentó: si yo pujaba bien, el forceps no se usaría.

Tenía 28 años. Me había recibido de médica hacía tres y era especialista en Ginecología y Obstetricia. Sin embargo me sentía ignorante e incapaz de parir y transmitir vida.

En la sala de partos, el padre de mi hija, el obstétra y la partera me daban ánimos, hasta que con gran esfuerzo y sin tener la sensación corporal de la salida de la cabeza, asomó mi hija.
Me la pusieron en los brazos y la amé. Mi corazón se abrió y yo también nací a una nueva dimensión. Ser madre fue crecer. Y crezco cada día más.
Esta sensación de apertura, de conectarme con lo inesperado, con la vida que asoma despacio, con lo imprevisible, con el misterio y la maravillosa sensación de hacer nacer y ayudar a nacer, se repite en cada parto al que asisto. La desprotección e ignorancia con que viví el nacimiento de mi hija fue tal vez lo que me llevó a preparar para el parto con profundidad, no solo a las mujeres, sino también inculir al hombre y a la nueva familia. Acompañar sus cambios físicos, emocionales y espirituales durante el embarazo, el parto y el puerperio. Comprender su psiquis -ese componente inmaterial de la naturaleza femenina en el momento de máxima exigencia- sus carencias y ayudas, fue la guia de mi trabajo.
También comprendí la necesidad que tenía el hombre de saber mas acerca de su participación en el proceso de construcción y o reconstrucción familiar. La paternidad conciente, no como imposición, sino como sentimiento que aflora a partir de la apertura y aceptación de la nueva vida.

Hay hechos trascendentes en las vidas de las personas que modifican de manera irreversible su historia. Situaciones que conmueven y comprometen tanto lo físico y lo anímico como lo espiritual. Son estados transformadores.
Debido al poco espacio que se le da en nuestra sociedad a estos hechos, no hay testimonio de ellos. Quedan curiosamente silenciados.
Las experiencian vitales dejan una enseñanza y es a través de la emoción como podemos acercarnos efectivamente a los protagonistas. Sentirlos cercanos, casi parientes, casi hermanos. Las hisotrias nos llegan cuando vibramos con ellos en la trama que los envuelve y así vivimos con el otro, sufrimos o nos expandimos con ellos. Revivimos , renacemos.
Estos acontecimientos vitales y protagonicos que les ocurren a mis pacientes son los que me llevaron a contar y revivir estas experiencias que modifican, hacen crecer y abren en este mundo tan acelerado un espacio de reflexión.
El objetivo de todo nuestro trabajo es el de humanizar el nacimiento y jerarquizar el vínculo amoroso entre los progenitores y el bebé por nacer, promoviendo un lazo invisible de amor desde que este ocupa el útero, su primer ambiente natural.
Fragmento del libro: La magia de nacer de la Dra. Cristina Solorzano.
Si te interesa comprarlo escribí a gestarensalud@gmail.com
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1 comentarios:

Unknown dijo...

Hace 3 años y algunos meses nacia Agustín, mi primer hijo. Los recuerdos del parto se dividen en dos. Por un lado nunca llego mi obstetra ni su partera y Santiago y yo nos sentimos muy solos. Ese parto terminó en cesarea y con muchas dudas al respecto. Pero otro lado ese día fue el más hermoso de mi vida, me convertí en mamá y Agustín llegaba a este mundo convirtiéndose en el amor más profundo que jamas habia experimentado. Cuando decidimos empezar a buscar otro bebe, sabiamos que queriamos cambiar muchas cosas, que por sobre todo yo necesitaba confiar en esas personas que me iban a acompañar. Este fragmento del libro de Cristina me dió ganas de comentar porque hoy estoy embarazada nuevamente y soy parte de la tribu. Espero para agosto a Juan. Y este proceso junto al equipo fue maravilloso. Siento que ya hay una etapa cumplida porque confio plenamente. Cada encuentro con Cristina, Miriam y la tribu me y nos cambio mucho. Hoy nos sentimos muy diferentes esperando a este segundo hijo. Hay un trabajo de pareja muy interesante que hacemos. Creo que uno empieza a comprender que todas las mujeres tenemos esa fuerza de parir y de que sea como lo deseamos. Pero este proceso que uno hace se debe al trabajo del equipo de Gestar. Personas maravillosas que te van guiando y que con cada palabra van grabando en vos el sentir "yo puedo", "yo quiero" y "yo se cómo deseo que sea".
Ya comentaré el parto de Juan cuando llegue el día. Lo espero tranquila porque confio mucho.
Gracias Gestar !!!, son grandes personas y grandes profesionales.
fuertes abrazos.
Romina

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