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Gestar y parir a Astor. Por su mama Mercedes

Astor tiene ya cinco meses y medio, y hace un año ingresábamos con Diego al plano maravilloso de cuidar un embarazo y fundar una familia acompañados por Cris, Miri, Betina, Mario, Sergio y las otras locas parejas que transitaban el mismo camino (los papás de Paikea, Manuela, Renzo, Lara, Clara, Alma, Ulises, Isidro, Juan Cruz, Eden, Dante, Felipe, Manuel). Escribo y me parece poco todo lo que tenga para decir, pero escribo porque aprendí en Gestar cómo nutrirme y refugiarme en las experiencias de las mujeres y las familias, antes no sabía escuchar. De todas las mujeres y las familias: de las que pasan por Gestar porque nos despiertan algo de admiración, de fascinación, de adrenalina...y las otras porque ofrecen tantos reflejos distintos de este milagro que es la vida. Escribo, también, porque Cris tiene esa forma amable de inducir las conductas: “¿Entrás al blog?” “Sí.” “Entonces, dale, escribí algo”. Se trata de dar. Cris y Miri, grandes mujeres que saben hacer de la insistencia un arte y nos bancan, nos soportan, literal, física, material y espiritualmente... a ver, ¿quién conoce a una obstetra que se deje pisar, empujar, aplastar por la cabeza de su “paciente” en trabajo de parto o te aliente a dormir entre cada contracción? ¿Y una partera que en lugar de “mamita”, “negrita”, “gordita” prodigue unos dulces “hermosa”, “lo estás haciendo bárbaro”, te bese, te acaricie, sepa coordinar madre y padre al mismo tiempo y te prepare con frases tales como “ahora vas a vivir la potencia del parto”? Así, en la sala de espera se hacen amigos, y en la de partos, se crea. El término equipo médico les queda apretado, son un grupo de personas que se ocupan del nacimiento, que se encargan con respeto y con amor de facilitar la llegada al mundo de nuevos seres. A Diego, Astor y a mí nos dieron la perfecta domesticidad, frugalidad, y energía de domingo a mediodía que un parto podía tener.

Como dicen todos, el paso por Gestar es especial, disparatado, con momentos que se vuelven anécdota para que los familiares y amigos te miren con ojos helados, de la emoción o del desacuerdo. Un poquito de cronología: Astor nació un domingo, el 6 de marzo, y Gestar hubo de suspender un intensivo a causa de él –inédito-, nació en casa y de ahí no salió por un largo tiempo, nos quedamos disfrutando de su olor, su color, sus movimientos y soniditos echados en nuestra propia cama. El trabajo de parto empezó esa madrugada, alrededor de las 2 de la mañana, y la noche se consumió muy rápido con idas y vueltas de la cama al living, a la ducha, por el patio, hasta hundirme en la bañadera, con Diego que iba echando pavas de agua hirviendo para conservarla calentita, mientras mis sentidos se desdoblaban, el oído llegaba a lugares que hoy ya no alcanzo y por la nariz se me informaba de la actividad de la casa: lavandina por el living, pan por el horno. Y un infaltable “a Cris le gusta el mate con burrito”. Diego, mi amor, haciéndose cargo de los preparativos. La noche anterior Miri nos había visitado, a raíz de mi ansiedad y algunos dolores extraños en las articulaciones, contracciones abundantes pero descontroladas y la misión de seguir insistiendo para que fuera al intensivo...son divinas, cómo las quiero. Me había dicho que podía estar así una semana más (Diego estaba convencido que nacía el domingo)...o podía ser corto e intenso...recordé bien esas palabras cuando las contracciones fuertes y rítmicas me despertaron en medio de la noche. Si alguien me preguntaba unos meses antes ese no era, definitivamente, el nacimiento que me imaginaba. Las imágenes vienen de afuera y vienen con sueros, desfiles de ambos de colores, cofias, y ¡camillas! Admitamos que nos encontramos con Cris porque queríamos que se respetara mi vegetarianismo –y nada de suplementos crueles o miraditas de desprecio por la presunta falta de hierro-, y porque Diego tenía mucho más miedo que yo a las prácticas médicas tradicionales. Le agradecí esa precaución a mi maravilloso compañero desde el momento en que me empecé a hacer más consciente. La guía, la compañía empiezan por no dejarnos solos en el embarazo, en interpelar al papá para que sienta él también a su cría, y no se acaba en el parto, sino que se preocupan por una lactancia exitosa, por una crianza amorosa, en familia, por un crecimiento conjunto, que llamemos, que nos juntemos con otras mamás y papás.

Gracias a Cris, a Miri y al grupo Gestar crecí en mi embarazo y en el parto. Descubrí seguridad y confianza donde antes había miedo e ignorancia, reafirmé que lo más importante en la vida es encontrarse con las personas que te sabrán guiar, me abrí para reencontrarme con Astor, con Diego papá y Mercedes mamá, con capacidades ilimitadas para amar, y me reconocí, y me reconozco todos los días, en la experiencia poderosa de ser un instrumento para la vida.

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Historia de una Nacimiento


Paula nos cuenta como fue la llegada de Mia y
como transito el embarazo con Gestar !

Soy mamá de una gestarcita... Qué privilegio, qué honor y qué orgullo! Privilegio porque somos pocos los que tenemos el agrado de portar ese título... lamentablemente. Muchos no pueden económicamente, muchos no se animan, muchos ni siquiera saben que existe la posibilidad de tener un embarazo y un parto como el que mi marido, mi hija y yo tuvimos. En el mejor de los casos quienes saben y pueden, no lo prefieren, lo cual es absolutamente respetable. Honor por haber sido acompañada por Cristina, Miriam, Alexis, Mario y Betina, equipo de primera y me quedo muy corta. Cada pieza de la “máquina Gestar” cumple una función fundamental e irremplazable, y la cumplen de manera perfecta. Hacen que todo se de naturalmente, pero en realidad nada está librado a la suerte. Pero a no equivocarse... la “máquina Gestar” es una muy particular, porque tiene corazón y alma! Nada de frialdad, no, no... A está máquina le sobra amor, respeto, energía, dedicación. Orgullo por haber buscado incansablemente hasta encontrar lo que quería: un parto donde mi hija, mi pareja y yo fuéramos los protagonistas. Por haberme animado a sentir lo que muchas mujeres temen. Y por sobre todo por tener una bellísima hija que me bancó en esa elección, porque no aflojó ni un minuto en las aproximadas 18 horas que duró el trabajo de parto.
Imposible contar mi parto sin contar cómo llegué hasta él. Toda la historia es una sucesión de eventos aparentemente casuales. Yo no creo en las casualidades... Para mí hay una magia oculta detrás de todo esto, una energía especial que por suerte estuve atenta para percibir. Lo que sigue, para muchos será la crónica de un capricho. Para mí, es la etapa más espiritual que pasé en mi vida.

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Empezamos agosto con mucha energía!
Clase 1 agosto

Relato de un Nacimiento
Los padres de Lucila vinieron a contar su parto


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