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Mi primer contacto con la homeopatía. Dra.Cristina Solorzano.-

Mi primer contacto con la homeopatía fue gracias a una paciente. Ella había estado viviendo en Europa y en Inglaterra. Había estudiado una técnica corporal llamada Contact y la estaba difundiendo en la Argentina. Me invitó a asistir a algunas clases y allí aprendí muchas cosas. Por ejemplo: imitar el movimiento de los animales, su andar, el manejo de su cuerpo. Técnicas de soporte de una persona con otra. He incorporado esos conocimientos y los uso en distintas circunstancias. Me gustaban de mi amiga su sencillez y su manera de hacer simples las cosas. Su tranquilidad y paz naturales.
Sinembargo, el día que empezó con el trabajo de parto, llegué a su casa y la encontré empequeñecida y atemorizada dentro de una cama. La revisé y su trabajo de parto apenas se iniciaba, se la veía como si hubiera pasado dos noches sin dormir. Había fisurado bolsa, por lo que el nacimiento debía producirse dentro de las 48hs.

Le pedí que se levantara y que caminase para activar las contracciones y le dije que volvería a verla en un par de horas. Cuando volví el cuello uterino estaba en iguales condiciones y ella muy desilucionada porque el trabajo de parto no prosperaba. Le sugerí que recordara lo que sabía hacer. Le propuse que improvizara una danza. Así lo hizo y con el movimiento comenzaron las contracciones más rítmicas.
Luego fuimos a pasear y cuando regresamos, comprobé que su dilatación no había progresado demasiado. Decidimos que lo mejor sería internarnos en el sanatorio.

Mi paciente estaba emocionalmente muy deprimida y su cuerpo no respondía. Las contracciones débiles no modificaban el cuello del útero. De no progresar la situación habría que realizarle una operación cesárea. No había condiciones para un parto vaginal.

Entonces recordé que ella se trataba con homeopatía y que tenía un vínculo muy profundo con su médico. Lo llamé por teléfono. Me dio la medicación para ella y me dijo que esperara porque en dos horas se produciría el parto.

Era el 25 de mayo de 1982. Estábamos desde las 10 de la mañana y ya eran las doce de la noche. Se veía agotada pero con el uso de la medicación homeopática, pude observar su cambio de actitud emocional y física .
Había pasado de la pasividad a la actividad protagónica. Su cuerpo se transformó y armonizó, comenzó a pujar con fuerza y vehemencia. Tuvo conciencia de la salida del cuerpo de su hija y la sacó en un pleno acto de amor, ayudada por su marido Daniel.

Después de esta experiencia quise conocer al médico homeópata. Así encontré al Dr. Suji Murata, un hombre sabio que me guió y ayudó en el camino hacia el conocimiento profundo de uno mismo. Cuando le pregunté como podía saber más, me dijo: "Estudie, doctora, estudie homeopatía y lo sabrá".
Primero me traté con él. Luego estudié en la Escuela de Homeopatía. Tenía artritis reumatoidea y estaba en la encrucijada de tener que tomar medicación toda la vida. Los brotes articulares a veces me impedían los movimientos y eso me producía angustia. Tenía miedo a un futuro de incapacidad física. Seguí el tratamiento homeopático y el resultado fue sorprendente. Recuperé mi cuerpo y hoy llevo una vida activa.

El Dr. Murata apoyó mi actividad y me recomendó lecturas que abrieron otra dimensión en mi vida. Traer al mundo a su nieto Eidgi produjo en nuestro equipo un halagador reconocimiento.

La homeopatía replantea la manera de curar, el sentido de los síntomas y de la enfermedad. Es una medicina de la persona. Por ella se sabe que no es el síntoma lo que hay que atacar, sino que a través de él extraemos datos para ubicarnos en le mapa personal del paciente.

Comprender sus leyes y fundamentos lleva aproximadamente dos años.
Saber medicar, toda la vida.
Fragmento del libro: LA MAGIA DE NACER, PARTOS PARA SER CONTADOS.
Si querés una copia encargala a gestarblog@gmail.com
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Gestar en facebook.

A tono con las redes sociales, estos días estuvimos trabajando mucho para poder -facebook mediante- llegar a más personas. Estuvimos tejiendo redes virtuales con ciento de personas que están interesadas en aportar un granito de arena a esta gran tarea de traer nuevos seres humanos al mundo.

Como frase de cabecera, citamos a Michel Odent:
Para cambiar al mundo hay que cambiar el modo de nacer.

Nada mas resumido, acotado, cierto y preciso. Traer a los hijos con amor, de un modo pacífico, respetando los tiempos de la naturaleza, respetandonos a nosotros mismos, como pareja, como mujeres pariendo, como familia que se funda, como equipo que ayuda a nacer.

Para cambiar al mundo hay que cambiar la forma de nacer...

Quede esta frase flotando en nuestra cabeza y nuestro corazón, junto con la invitación que hacemos desde aquí, para que se unan a Gestar en Facebook y puedan conocer a toda esta red de personas que desde su lugar intentan cambiar el mundo: Gestar en facebook

Pd: ¿Googlearon a Michel Odent????
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La magia de nacer: partos para ser contados.

Un 11 de marzo, nació mi hija con 3,200 kg. de peso.
Yo estaba acostada, anestesiada la mitad inferior de mi cuerpo. Las piernas atadas y colgadas de dos fríos barrotes.
En el brazo me habían colocado un goteo para activar mis débiles contracciones, debido a que el miedo había paralizado el trabajo de parto.
Me sentía impotente. No sabía si mi pujo era efectivo, no controlaba mi cuerpo insensible e ignoraba que estaba ocurriendo conmigo. El fantasma del forceps y el terror por el sufrimiento fetal inundaban mi ánimo. El obstetra manisfestó que sería necesario su uso. La partera comprendió mi angustia y me alentó: si yo pujaba bien, el forceps no se usaría.

Tenía 28 años. Me había recibido de médica hacía tres y era especialista en Ginecología y Obstetricia. Sin embargo me sentía ignorante e incapaz de parir y transmitir vida.

En la sala de partos, el padre de mi hija, el obstétra y la partera me daban ánimos, hasta que con gran esfuerzo y sin tener la sensación corporal de la salida de la cabeza, asomó mi hija.
Me la pusieron en los brazos y la amé. Mi corazón se abrió y yo también nací a una nueva dimensión. Ser madre fue crecer. Y crezco cada día más.
Esta sensación de apertura, de conectarme con lo inesperado, con la vida que asoma despacio, con lo imprevisible, con el misterio y la maravillosa sensación de hacer nacer y ayudar a nacer, se repite en cada parto al que asisto. La desprotección e ignorancia con que viví el nacimiento de mi hija fue tal vez lo que me llevó a preparar para el parto con profundidad, no solo a las mujeres, sino también inculir al hombre y a la nueva familia. Acompañar sus cambios físicos, emocionales y espirituales durante el embarazo, el parto y el puerperio. Comprender su psiquis -ese componente inmaterial de la naturaleza femenina en el momento de máxima exigencia- sus carencias y ayudas, fue la guia de mi trabajo.
También comprendí la necesidad que tenía el hombre de saber mas acerca de su participación en el proceso de construcción y o reconstrucción familiar. La paternidad conciente, no como imposición, sino como sentimiento que aflora a partir de la apertura y aceptación de la nueva vida.

Hay hechos trascendentes en las vidas de las personas que modifican de manera irreversible su historia. Situaciones que conmueven y comprometen tanto lo físico y lo anímico como lo espiritual. Son estados transformadores.
Debido al poco espacio que se le da en nuestra sociedad a estos hechos, no hay testimonio de ellos. Quedan curiosamente silenciados.
Las experiencian vitales dejan una enseñanza y es a través de la emoción como podemos acercarnos efectivamente a los protagonistas. Sentirlos cercanos, casi parientes, casi hermanos. Las hisotrias nos llegan cuando vibramos con ellos en la trama que los envuelve y así vivimos con el otro, sufrimos o nos expandimos con ellos. Revivimos , renacemos.
Estos acontecimientos vitales y protagonicos que les ocurren a mis pacientes son los que me llevaron a contar y revivir estas experiencias que modifican, hacen crecer y abren en este mundo tan acelerado un espacio de reflexión.
El objetivo de todo nuestro trabajo es el de humanizar el nacimiento y jerarquizar el vínculo amoroso entre los progenitores y el bebé por nacer, promoviendo un lazo invisible de amor desde que este ocupa el útero, su primer ambiente natural.
Fragmento del libro: La magia de nacer de la Dra. Cristina Solorzano.
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