.
Para todos aquellos que no conocen el trabajo que se realiza en los Talleres de Gestar en Salud, les compartimos las actividades que realizamos semanas tras semana en estos profundos encuentros.
• Trabajamos las posturas, la cuclilla, la escena del parto y el vínculo de la pareja con su hijo . Equipo con integración de diversas ciencias y técnicas humanísticas.
• Proyección de videos de parto y nacimiento institucional y domiciliario (vertical o en agua) con la Dra. CRISTINA SOLÓRZANO
• Bioenergética: Experiencias corporales para reafirmar nuestra propia sabiduría instintiva y ancestral, con la Partera MIRIAM PERALTA
• 1 Vez por Mes: Vendrán a contar el nacimiento de sus hijos las parejas que han vivido esta experiencia. Junto al equipo de Gestar para contestar todas las preguntas y participar de las actividades
Como conclusión quisieramos destacar que no hubieramos podido lograr nada de todo
esto si no hubieramos trabajado como equipo. Un equipo lleno de amor, sensibilidad y
mucho profesionalismo. Todas las decisiones tomadas, a conciencia y sobre la marcha
de mi propio proceso, fueron tomadas en pos de la protección de la vida de Lorenzo y
mia, incluso siendo decisiones que no formaban parte de nuestras expectativas. A cada
decisión tomada no hicimos otra cosa que practicar ese famoso mantra de gestar:
“Acepto, Entrego, Confío y Agradezco”… y así fue que pudimos ayudar a nacer a
Lorenzo a través de un parto natural, amoroso, pacífico, sin presión, sin tiempo, sin
anestesia, sin episiotomía.
Gracias,
Cati, Enri, Lorenzo y Dante.
Clase 29 de Agosto contada por Mariela Nabergoi
Gestar y parir a Astor. Por su mama Mercedes
Astor tiene ya cinco meses y medio, y hace un año ingresábamos con Diego al plano maravilloso de cuidar un embarazo y fundar una familia acompañados por Cris, Miri, Betina, Mario, Sergio y las otras locas parejas que transitaban el mismo camino (los papás de Paikea, Manuela, Renzo, Lara, Clara, Alma, Ulises, Isidro, Juan Cruz, Eden, Dante, Felipe, Manuel). Escribo y me parece poco todo lo que tenga para decir, pero escribo porque aprendí en Gestar cómo nutrirme y refugiarme en las experiencias de las mujeres y las familias, antes no sabía escuchar. De todas las mujeres y las familias: de las que pasan por Gestar porque nos despiertan algo de admiración, de fascinación, de adrenalina...y las otras porque ofrecen tantos reflejos distintos de este milagro que es la vida. Escribo, también, porque Cris tiene esa forma amable de inducir las conductas: “¿Entrás al blog?” “Sí.” “Entonces, dale, escribí algo”. Se trata de dar. Cris y Miri, grandes mujeres que saben hacer de la insistencia un arte y nos bancan, nos soportan, literal, física, material y espiritualmente... a ver, ¿quién conoce a una obstetra que se deje pisar, empujar, aplastar por la cabeza de su “paciente” en trabajo de parto o te aliente a dormir entre cada contracción? ¿Y una partera que en lugar de “mamita”, “negrita”, “gordita” prodigue unos dulces “hermosa”, “lo estás haciendo bárbaro”, te bese, te acaricie, sepa coordinar madre y padre al mismo tiempo y te prepare con frases tales como “ahora vas a vivir la potencia del parto”? Así, en la sala de espera se hacen amigos, y en la de partos, se crea. El término equipo médico les queda apretado, son un grupo de personas que se ocupan del nacimiento, que se encargan con respeto y con amor de facilitar la llegada al mundo de nuevos seres. A Diego, Astor y a mí nos dieron la perfecta domesticidad, frugalidad, y energía de domingo a mediodía que un parto podía tener.
Como dicen todos, el paso por Gestar es especial, disparatado, con momentos que se vuelven anécdota para que los familiares y amigos te miren con ojos helados, de la emoción o del desacuerdo. Un poquito de cronología: Astor nació un domingo, el 6 de marzo, y Gestar hubo de suspender un intensivo a causa de él –inédito-, nació en casa y de ahí no salió por un largo tiempo, nos quedamos disfrutando de su olor, su color, sus movimientos y soniditos echados en nuestra propia cama. El trabajo de parto empezó esa madrugada, alrededor de las 2 de la mañana, y la noche se consumió muy rápido con idas y vueltas de la cama al living, a la ducha, por el patio, hasta hundirme en la bañadera, con Diego que iba echando pavas de agua hirviendo para conservarla calentita, mientras mis sentidos se desdoblaban, el oído llegaba a lugares que hoy ya no alcanzo y por la nariz se me informaba de la actividad de la casa: lavandina por el living, pan por el horno. Y un infaltable “a Cris le gusta el mate con burrito”. Diego, mi amor, haciéndose cargo de los preparativos. La noche anterior Miri nos había visitado, a raíz de mi ansiedad y algunos dolores extraños en las articulaciones, contracciones abundantes pero descontroladas y la misión de seguir insistiendo para que fuera al intensivo...son divinas, cómo las quiero. Me había dicho que podía estar así una semana más (Diego estaba convencido que nacía el domingo)...o podía ser corto e intenso...recordé bien esas palabras cuando las contracciones fuertes y rítmicas me despertaron en medio de la noche. Si alguien me preguntaba unos meses antes ese no era, definitivamente, el nacimiento que me imaginaba. Las imágenes vienen de afuera y vienen con sueros, desfiles de ambos de colores, cofias, y ¡camillas! Admitamos que nos encontramos con Cris porque queríamos que se respetara mi vegetarianismo –y nada de suplementos crueles o miraditas de desprecio por la presunta falta de hierro-, y porque Diego tenía mucho más miedo que yo a las prácticas médicas tradicionales. Le agradecí esa precaución a mi maravilloso compañero desde el momento en que me empecé a hacer más consciente. La guía, la compañía empiezan por no dejarnos solos en el embarazo, en interpelar al papá para que sienta él también a su cría, y no se acaba en el parto, sino que se preocupan por una lactancia exitosa, por una crianza amorosa, en familia, por un crecimiento conjunto, que llamemos, que nos juntemos con otras mamás y papás.
Gracias a Cris, a Miri y al grupo Gestar crecí en mi embarazo y en el parto. Descubrí seguridad y confianza donde antes había miedo e ignorancia, reafirmé que lo más importante en la vida es encontrarse con las personas que te sabrán guiar, me abrí para reencontrarme con Astor, con Diego papá y Mercedes mamá, con capacidades ilimitadas para amar, y me reconocí, y me reconozco todos los días, en la experiencia poderosa de ser un instrumento para la vida.
Imposible contar mi parto sin contar cómo llegué hasta él. Toda la historia es una sucesión de eventos aparentemente casuales. Yo no creo en las casualidades... Para mí hay una magia oculta detrás de todo esto, una energía especial que por suerte estuve atenta para percibir. Lo que sigue, para muchos será la crónica de un capricho. Para mí, es la etapa más espiritual que pasé en mi vida.
Bienvenida Julia!
Su madre Lucía nos cuenta su nacimiento y como transitaron el embarazo con Gestar.
Tuve el embarazo que me tocó, lo acepté y me entregué a él gracias a Gestar. Alejandro, mi compañero, el amor de mi vida y el papá de Julia, transitó desde fines de 2010 una quimioterapia por un linfoma. El tratamiento lo dejaba en cama, nauseoso, debilitado y dolorido cada quince días. Aunque desde lo emocional su esfuerzo de acompañarme era monumental a veces la necesidad de conectarse con su propio cuerpo era más fuerte. Por eso digo que fue un embarazo especial, al que me tuve que adaptar, ajustar expectativas, negociar tiempos y energía. Un embarazo del que aprendí muchas cosas. Como enfocarme en el amor, el optimismo y la vida, frente al miedo y la enfermedad. Haber tenido el apoyo de Cristina, Miriam y Betina, junto con la fuerza interna de Julia (cuánta energía femenina!), fue fundamental para que el tránsito desde la angustia hacia la aceptación, la entrega y el disfrute fuera posible.
Cristina insistió mucho en cada consulta para que me conectara con Julia, le hablara, me centrara en ese pequeño mundo que era mi pancita con mi bebé. Miriam me mostraba mi propia fuerza y me ayudaba a tener confianza en mi y en mi familia que crecía día a día (“ustedes son muy fuertes” decía y dijo hasta el último minuto del parto), y me ayudó a seguir creyendo en todo el esfuerzo que estábamos haciendo. Y con Betina encontramos las palabras justas para darle ese lugar a Julia y el permiso de que naciera cuando ella quisiera (y no siguiendo el timing de la quimio). En fin, todo un equipo al rescate de un embarazo especial.
Y el parto… el parto fue otro gran encuentro con la fuerza femenina y este magnífico equipo. Además fue el momento en que Alejandro, ya sin su quimio a cuestas, pudo tener el protagonismo que tanto veníamos conversando y trabajando los lunes en Gestar. La llegada de Julia se empezó a desencadenar el sábado por la noche cuando perdí el tapón mucoso y empecé con pérdidas de líquido. Entonces super-sentí que el cuerpo estaba empezando su metamorfosis final, abriéndose el canal hacia mi bebé. El lunes por la tarde empezaron las contracciones con dolor, esas que venía esperando hacia tantas semanas! Llegaron suaves las primeras, pero rítmicas. Fuimos a Gestar, cómo perdernos la despedida del grupo!! En cuanto Cris me tactó algo se activó en mi cuerpo. Las contacciones que eran suaves empezaron a aumentar en intensidad, quizás no tanto en dolor sino en presencia: mi cabeza, mi sensibilidad y mi atención se reconcentró hacia mi cuerpo uterino. Tuvimos una hermosa despedida del grupo, un abrazo grupal que imitaba mi utero activo, apretando fuerte, con amor y expectativa. Llegué a casa y me di un baño de inmersión largo, el que me aflojó y ayudó a terminar de romper la bolsa. Esto desencadenó las contracciones más fuertes y mi cuerpo se hizo presente como nunca antes. Mi percepción ya no pudo escapar al ritmo y la intensidad de las contracciones. A cada pico de intensidad yo pensaba “ya pasa, ya pasa, ya pasa, y viene Julia”. Hasta que el dolor fue demasiado y después de hablar por teléfono con Cris y Miri decidimos ir a la clínica. Yo solo quería encontrarme con las chicas y dejarme en sus brazos. Llegué al Anchorena con ocho de dilatación. Eran las cuatro de la madrugada y la presencia de Cris y Miri fue un bálsamo para mi ansiedad y dolor: ahí estaban mis cuidadoras, a quienes podía entregarles mi dolor para que me ayudaran a transitarlo. Cris me sostenía por detrás, me aseguraba que todo iba perfectamente, se ocupaba de que las cosas ocurrieran; Miriam me hablaba bien cerca, me miraba a los ojos, me perdía en ella. Ale, tranquilo, resolutivo, enérgico, hacía y deshacía todo lo necesario para que las tres (las cuatro!) fluyéramos. En el quirófano, (debido a que estaban ocupadas las salas preparto) acondicionado con una luz débil y música clásica, pedí (a los gritos, confieso…) peridural, aunque sea un poquitito, algo analgésico. Sentía que quería disfrutar, además de transitar, la experiencia completa. Y llegó el momento de los pujos. Me concentré en mi cuerpo como una realidad material flexible, como un fuelle alimentado con la fuerza de mi respiración y la energía de mi bebé. Inspiré, bajé el diafragma y las costillas para empujar desde adentro, me quedé sin aire y volví a inspirar. Ale me mostraba todo lo que iba sucediendo con un espejito de mano, lo que me ayudó a entender la mecánica del pujo y a confiar en mi poder y en mi cuerpo elástico. Con un último, intenso y decidido pujo la cabeza de Julia con su pelito hermoso coronó completa, más aire y terminó asomando su carita, más fuerza y el resto de su cuerpo se desbordó. Así nació mi hija nació frente a los ojos y la sonrisa alegre y divertida de su padre, el abrazo de Cris y la contención de Miriam y Mario. Inmediatamente después llegó a mi pecho, donde tomó teta con la misma voracidad que hoy todavía tiene.
Gracias Gestar, tuve el mejor embarazo y parto que pude haber tenido. Llegué a Gestar porque no quería ciertas intervenciones médicas. Llegué por el “no” y con el tiempo descubrí que la opción que me ofrecían era mucho más. Era un “si” a toda una experiencia de acompañamiento, contención, encuentro con los otros y con uno mismo que va a quedarme para siempre en lo más sensible de mi.
Las quiero!