.

Relato del ultimo intensivo. Una producción que comenzó Laura y terminó Matias, porque Laura se fue a parir.

Llegamos a Pacheco y ya estaban Noemí, Alejandro y Lucila tomando unos mates al solcito con los anfitriones: Diego Flor y “Beba”. Nos recibía un día de otoño espectacular. Nos sumamos a la rueda de mate. Mientras comentábamos el hermoso taller que habíamos pasado el jueves anterior, se sumaron Nana, Juana y Mati; ellos fueron los “trajidores suplentes” de nuestra obstetra chamana, ya que Alexis, Patri y Manuel, aparentemente no vendrían. La cosa se puso linda porque pudimos tener noticias de Mía que, casi cuando comenzaba ese mismo domingo (una y pico de la madrugada), se anotaba en la lista como la última “gestarcita” llegada. Además, Cris traía las medialunas; a Juana se la vio muy entusiasmada con ellas: no hubo inocentes a la hora del ataque a las bandejas de grasa y manteca…

Al rato llegaron Vale, Nacho y Joaquín. Y traían refuerzos: nuestra partera bioenergética (maquillada para disimular la noche de insomnio…), y una exquisita torta de manzana que fue muy bien recibida. Entre mate y cosas dulces se se conformo el grupo de la mañana.

Al rato comenzó el movimiento… Hicimos una presentación en ronda, en torno a la diosa, y jugando con una pelotita, fuimos recorriendo: nombres de los que estamos, colores, nombres de los que esperamos, virtudes propias, virtudes de nuestros compañeros/as…

Presentados y reconocidos nos entregamos a la propuesta de “Guiar y ser guiado”: con ojos cerrados nuestra pareja nos guiaba por el jardín haciéndonos sentir vivencias, posturas, movimientos, ritmos, sensaciones con la naturaleza… Pero el juego también ponía en evidencia otras sensaciones: quebraba, aunque por un rato, un equilibrio.

Nos sacaba de nuestra cotidianidad donde vemos y, a partir de ver, nos valemos por nosotros mismos y nos volvía enteramente dependientes. Necesitábamos la guía de ese otro para no pincharnos los pies, para no sentir el frío del pasto todavía húmedo o el calor de un borde de cemento al que el sol ya abrazaba de lleno. Eran las manos de otro las que nos invitaban a recorrer texturas, olores, bordes, las que nos ofrecían al sol o nos mantenían en la sombra. Ese pasaje de una situación de equilibrio a lo desconocido también será el que atravesarán los que están por venir. Seremos nosotros, sus mamás y sus papás, quienes los acompañaremos en ese descubrir todo lo nuevo.

A través de lo lúdico, de un juego más de los que nunca librados al azar o a lo casual, proponen las Gestar Girls (queremos recordar una vez más que Cristina sigue siendo más joven que Miriam) Mamás y Papás pudimos sentir también la confianza en quien nos acompañaba, su entrega y su cuidado, su dedicación. También, por qué no, lo difícil que es entregarse definitivamente al otro, despojarse de uno mismo, abandonarse a ese que necesariamente es Otro y desguarnecernos por un ratito… Quien era guiado tomaba luego el rol de bebé y su pareja el de útero para representar una vez más la llegada del bebe. Nos tomamos nuestro tiempo e intercambiamos roles para pasar los dos por cada experiencia.

Y siguió el movimiento porque comenzamos a movernos imitando animales, monos, gatos, leones, canguros, elefantes, mariposas…fuimos transformándonos en cuerpos instintivos, animales, flojos y sensitivos. Desde ese cuerpo con ojos cerrados imitamos los sonidos que escuchábamos, primero de uno en uno mas tímidamente y luego todos a la vez.

Llegó (justo a tiempo, como la tarta de manzana, queremos recordarlo nuevamente), llegó decíamos, la frutillita de la mañana: las Estatuas. Visualizando una sensación o sentimiento que no queremos enfrentar, armamos cada uno una estatua que la representara. Luego se la mostramos al grupo que, apelando a la sensación que le causó fue contribuyendo a modificarla. Estuvo buenísimo. Pudimos, de alguna manera, con la contención del grupo, atravesar esa sensación que no queremos, zambullirnos en ella como en una ola y salir airosos. Comprender que lo importante es que nuestros compañeros y el grupo estaban luego de la ola con brazos brindados esperándonos para abrazarnos.

La magia del grupo transformo estatuas rígidas, cerradas, estáticas, apesadumbradas, en estatuas abiertas, laxas, sostenidas, entregadas, firmes y alegres. Fue un momento de mucha emoción y terminó con un gran mandala de abrazos y sensaciones alrededor de Noe y Ale. Esa suerte de mantra que reza “Confío, acepto, entrego y agradezco” que reúne en una frase presente, pasado y futuro fue pronunciada una y otra vez por cada uno de nosotros mirándonos en los ojos de nuestras parejas…

Una experiencia maravillosa, conmovedora y donde quedó en evidencia la potencia del encuentro, de lo que significa ser con otros, estar juntos. Juntos como pareja, pero también juntos como un grupo de personas que decidió recorrer un camino de encuentro con otros.

Y en el momento menos pensado, llegaron los gestarcitos Astor, Manuela y Lira. Nos reunimos nuevamente en torno a la diosa, y nos presentamos. Fue muy emocionante escuchar el relato de Mercedes a cerca del nacimiento de Astor que solo tiene tres semanas, y que revoleaba los ojitos, mientras escuchaba a su mama. En la rueda estuvieron todas las etapas de esta gestación, desde pancitas de 4 o 5 meses, hasta gestarcitos de 5 o 6 meses.

-----------------------------(Llegó Felipe)------------------------------------------------------

Luego, una siestita, con relajación guiada por Cris. Un deleite al aire libre, con música de fondo. Un poco corta para nuestro gusto, pero bue Cris insiste en que el descanso tiene que ser breve como para ir acostumbrándose al ritmo contracción-contracción-contracción… En eso andábamos cuando la tranquera se abrió una vez más anunciando el arribo de Patri, Alexis y Simona. Ese domingo Manuel todavía viajaba en mamá…

María Eugenia y Laura nos presentaron su proyecto de música para la familia. Una introducción teórica, con explicaciones que iban de lo técnico a lo cultural, preparó el clima para la experiencia de compartir sonidos en grupos: primero los futuros papás y luego los consagrados. Las diferentes texturas, densidades, colores y aromas de los objetos puestos en escena venían con moraleja: cada uno de nuestros hijos es un infinito particular (como canta Marisa Monte a quien humildemente le recomendamos escuchar, estimada lectora, querido lector): su carácter, sus gustos y sus necesidades. Después de disfrutar del regalo de Música de Nueve Lunas, los debutantes nos quedamos un rato charlando en el parque, mientras los padres consagrados compartían con sus hijos la propuesta de las chicas.

El cierre estuvo a cargo de Diego que a la generosidad de ofrecer el punto de encuentro le sumó su talento con los cuencos de quarzo. Una nueva experiencia maravillosa que tuvo eco en las panzas: cuentan las que saben de pataditas, cabezazos y sacudones que los bebés acusaron recibo del ofrecimiento a puro movimiento.

Como yapa y antes de volver a casa, la retrospectiva del encuentro. Como siempre de atrás para adelante, y entre todos, pudimos reconstruir lo vivido en un nuevo domingo intenso. El último domingo de Felipe y Manuel creciendo “en mamá”. Pero esa, esa es otra historia.

.

0 comentarios:

Publicar un comentario